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Carlos M. Vilas

 

Este artículo fue publicado en la revista Nueva Sociedad Nº 113 Mayo-Junio de 1991, ISSN: 251-3552, <www.nuso.org>.
 
 
Las citas que siguen integran la variada lista de opiniones, conceptos y exabruptos del lenguaje sandinista de hoy. La consigna «Dirección Nacional ordene»,que acompañó once años de gobierno sandinista, ha cedido paso a un caleidoscopio de puntos de vista que constituye lo que se conoce como «el debate interno». Los temas son múltiples pero en el fondo se reducen a unos pocos: la actitud asumida por la dirección del FSLN frente al nuevo gobierno y ante las protestas populares; el futuro del sandinismo como organización democrática popular y sus perspectivas de ganar las elecciones de 1996; la reubicación del FSLN en la cambiante situación  internacional. El texto que sigue se centra en algunos de estos temas.
 
«Estamos acostumbrados a pensar que el imperialismo sólo nos quiere sujetar a la miseria. Yo creo que eso se dio en el pasado, pero ese no es el momento que  estamos viviendo ahora» (comandante Víctor Tirado, miembro de la Dirección Nacional (DN) del FSLN).
 
«El antiimperialismo sólo dejará de ser válido cuando el imperialismo deje de ser imperialismo» (comandante Luis Carrión Cruz, miembro de la DN del FSLN).
 
«El FSLN debe asumir la responsabilidad de propiciar el desarrollo de las fuerzas productivas inclusive de sus propios miembros y militantes» (Alejandro Martínez Cuenca, ex-ministro sandinista).
 
«El reto más grande del FSLN, durante este período, es desarrollar a sus militantes, contar con miembros o simpatizantes que tengan solvencia económica, le ayuden económicamente y no sean carga del partido» (Herty Lewites, ex-ministro sandinista).
 
«Hasta el momento la diferencia más palpable entre un sandinista y otro es que unos sobreviven a bordo de un yate y otros aferrados a un pedazo de poroplast» (Silvio Prado, militante sandinista).
 
«Como militante y dirigente nacional de trabajadores, yo exijo al Frente Sandinista una posición clara y firme... y una actitud consecuente con los intereses populares, de la nación... No se puede estar con posiciones gallo-gallinas (híbridas: CMV). Una cosa es estabilidad para el pueblo y otra estabilidad para la burguesía» (José Bermúdez, secretario general de la Unión Nacional de Empleados y dirigente del Frente Nacional de Trabajadores).
 
« Vemos siempre los mismos rostros en diferentes puestos, antes en el gobierno, hoy en el partido. El FSLN aparece dividido, no en pragmáticos y principistas, sino en los clase A y los sin clase» (Augusto Zamora, jurista sandinista).
 
«El sandinismo se demuestra luchando en las calles» (Wilber Torres Morales, combatiente del FSLN y discapacitado de guerra).
 
«Conozco a compañeros que tuvieron problemas para optar a la militancia, sólo por ser millonarios» (Herty Lewites).
 
«El Frente es un montón de m...» (Rosario Murillo, ex-secretaria general de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura).
 
 
 
La asamblea de El Crucero
 
La primera expresión abierta del debate fue la Asamblea Nacional de Militantes del FSLN en El Crucero (Departamento de Managua). La asamblea fue la culminación de reuniones de base, locales y departamentales, espontáneamente convocadas por los sandinistas ante lo que muchos estimaron como pasividad o desorientación de la dirigencia. Las conclusiones de la asamblea, que los observadores consideran un documento de compromiso, mencionan como causas de la derrota, ante todo, a la guerra y su impacto en todos los ámbitos de la vida nacional, y a la agresión económica. Como causas inmediatas señalan al servicio militar patriótico, admitiendo que existía amplia oposición a él, y la expectativa de que un gobierno amigo de Estados Unidos podría mejorar la situación económica.
 
Pero el documento avanza más y enumera otras razones para la derrota que apuntan directamente al FSLN y su gobierno. Señala el excesivo estatismo que antagonizó a muchos grupos populares, los irritantes controles sobre la producción campesina y el comercio en pequeña escala - el racionamiento de productos básicos; el enfrentamiento con la jerarquía católica; abusos y atropellos cometidos por el Ejército Popular Sandinista y el Ministerio del Interior contra la población civil, especialmente contra el campesinado; abuso de funcionarios del gobierno y del FSLN; desconocimiento de las realidades de la Costa Atlántica. En lo que toca al FSLN, el documento reconoce el «amordazamiento de la crítica», «falta de sensibilidad ante los planteamientos de las bases», estilos burocráticos de dirección, verticalismo, imposición de dirigentes y de esquemas organizativos, poco espacio para el desarrollo de las organizaciones sindicales; estilos de vida dispendiosos, prepotencia, abuso de poder.
 
Muchos de estos factores se venían denunciando dentro del FSLN desde antes de las elecciones, pero las críticas eran desestimadas o postergadas por las instancias de conducción; a veces se alegaba que la discusión franca de estos temas beneficiaría al enemigo. El cambio de actitud puede explicarse por la mayor participación de delegados de base, en una coyuntura en que los dirigentes que habían participado del gobierno derrotado, o de la campaña electoral, presentaban un perfil político bajo. Además, la asamblea se efectuó apenas un mes después de la huelga de mayo, 1990, contra la política económica del nuevo gobierno. Esa huelga generó un clima de intensa movilización que contrastó dramáticamente con la pasividad de los años anteriores, y sirvió de marco para las críticas y puntualizaciones de El Crucero.
 
Posteriormente otros dirigentes agregaron explicaciones de la derrota. Carlos Tünnerman, por ejemplo, señaló el modo en que se organizó la campaña electoral; el lema «Todo será mejor» era malo para una fórmula que buscaba la reelección, además de que las reelecciones no son gratas en la cultura política nicaragüense. Tünnerman también mencionó el excesivo despliegue de recursos; los retrocesos en la calidad de vida del pueblo, y los estilos de vida dispendiosos de algunos cuadros intermedios y dirigentes.
 
Consideraciones críticas similares han sido efectuadas con relación a la Juventud Sandinista: no se elevó la cultura política de sus miembros; prevalecieron en la dirección criterios personales y decisiones unilaterales; hubo una dedicación casi exclusiva a movilización, desatendiéndose otros problemas e inquietudes de la juventud.
 
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